Los 4 Mandatos de la Gran Comisión: Recordando Nuestra Misión Olvidada por JJ Weller

Las ultimas palabras de Jesús han sido olvidadas.

Antes que Jesús ascienda al Cielo, Él le dejó una Gran Comisión a la iglesia: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15 LBLA).

Hoy, el 51% de evangélicos no entienden que es la Gran Comisión. Incluso el 64% de evangélicos con “Mentalidad Bíblica” han olvidado el significado de este mandato tan importante.

La verdad es obvia. Más que nunca, necesitamos recuperar el significado de la misión de Jesús, y hallar nuestra parte en ello.

En este artículo, presentaré cuatro mandatos de la Gran Comisión tal como es hallado en Mateo 28:19-20 y Marcos 16:15-18. En la Gran Comisión, Jesús nos ordena:

1. Predicar el evangelio a todas las naciones y personas. 

2. Obrar milagros en el nombre de Jesús para testificar el evangelio.

3. Bautizar nuevos creyentes y, 

4. Discipular aquellos que reciben a Cristo.

 Mandato #1. Predicar el Evangelio a Todas las Naciones y Personas

En Apocalipsis 7:9, Dios revela el gran final de la historia humana. Cuando la lucha de la humanidad finalmente acaba, Dios llenará Su reino eterno con “una gran multitud , que nadie podia contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas” (LBLA). 

Si, Dios está preparando una herencia gloriosa para Su Hijo Jesús—una incontable multitud de perfectamente-perdonados, adoradores totalmente dedicados de toda nación, tribu, y lengua. Nosotros no sólo debemos esperar que esto suceda. Dios nos pide que trabajemos con Él para que esto suceda (2 Corintios 6:1). Jesús ordena: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mark 16:15). 

Muchos hoy están aterrorizados de predicar el evangelio. Estamos contentos de vivirlo en silencio… pero, ¿Proclamarlo valientemente? “Yo no.” De acuerdo con Barna, “Casi la mitad de Millennials [practicantes del Cristianismo] (47%) están algo de acuerdo que está mal compartir las creencias personales de uno mismo con alguien de una fe diferente con esperanza que algún día ellos compartan la misma fe.” Pero Jesús no tartamudeó cuando dio la Gran Comisión. Como lo dijo Hudson Taylor, “La Gran Comisión no es una opción a considerar; es una mandato a obedecer.” Si quisiéramos ser discípulos de Jesús, debemos ir y predicar el único mensaje de salvación: “que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3-4 LBLA).

Pero no sólo somos llamados a predicar a las mismas naciones una y otra vez. No, el amor de Dios es expansivo y universal—Él ama al mundo entero (Juan 3:16). Por lo tanto, Jesús nos llama a alcanzar a toda persona y grupo de personas con el mensaje de salvación. Trágicamente, la iglesia moderna ha fallado terriblemente en este llamado. Al día de hoy, 41.6% de los grupos de personas del mundo—41.8% de la población mundial—tienen poco o ninguna exposición al evangelio. 97% de estos viven en una región llamada la Ventana 10/40. ¿Qué le sucedería a esta generación de almas si los cristianos como tú y yo no despertamos a nuestra responsabilidad celestial? ¿Cómo nuestra generación sería salva? Como Pablo preguntó en Romanos 10:14, “¿Cómo, pues, invocarán en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quién no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique? (LBLA). Es claro — necesitamos despertar al llamado de Dios de predicar el evangelio.

Mandato #2. Obra Milagros en el Nombre de Jesús para testificar el evangelio

El segundo mandato de la Gran Comisión es el demostrar el poder milagroso de Jesús como un testimonio al evangelio. En el registro de Marcos de la Gran Comisión, Jesús hace una promesa impactante: “Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas; tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán manos, y se pondrán bien” (Marcos 16:17-18 LBLA). Si, Jesús promete que mientras vayamos, Dios obrará maravillas que nunca imaginamos para Su Gloria. La promesa de Cristo implica un mandato—buscar ser una vasija de Su poder milagroso. Jesús nos envía a nosotros tal cuál envió a los doce: “Y cuando vayáis, predicad el evangelio diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’ Sanad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia.” (Mateo 10:7-8 LBLA). 
 
Los milagros son muy controversiales en la iglesia moderna, pero no deberían serlo. Como el maestro bíblico Derek Prince señalaban muy a menudo, no hay ejemplo de ministerio en el Nuevo Testamento sin milagros. Jesús obraba milagros. Los apóstoles obraban milagros. Incluso los Cristianos “cotidianos” fueron usados por Dios para obrar milagros (¿Recuerdas cuando Ananías fue usado para restaurar la vista de Pablo?). La historia de la Iglesia no registra un tiempo cuando los milagros cesaron. ¿Por qué deberíamos detenerlo totalmente ahora? 

No escribo esto para ganar un debate teológico, sino para apuntarnos de regreso a nuestra misión original. El Ministerio de Milagros es parte de la Gran Comisión. Sanidad, liberación, profecía, y  parientes van de la mano con la predicación del evangelio. Los milagros no son fuegos artificiales para los Super-Cristianos. Son señales del poder salvador de Jesús, destinados a atraer atención al mensaje más importante en el universo: El Rey Jesús murió y resucitó para salvar a todo hombre de pecado y juicio. Con esa verdad gloriosa considerada—¿Haz intentado orar por una persona enferma? Quizás ese paso se vea muy aterrador para ti. ¿Por qué no estudiar la enseñanza de la Biblia sobre el poder milagroso de Dios con un corazón abierto? Si buscas a Dios por Su poder y estudias la Palabra de Dios por Sus métodos, Él ciertamente te dará Su bendición a su debido tiempo. 

Te daré una advertencia. No debemos dejar que el ministerio de milagros se vuelva más importante que predicar el evangelio. Muchos hoy han perdido su camino al sanar al enfermo pero olvidando la alma (especialmente personas jóvenes). No cometas el mismo error—haz el mensaje de salvación del pecado tu primera prioridad.

Mandato #3. Bautiza a los Nuevos Creyentes

El tercer mandato de la Gran Comisión es bautizar a aquellos que reciben el evangelio. En Mateo 28:19, Jesús dice, “id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (LBLA). En Marcos 16:16, Jesús promete que “el que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado” (LBLA). La verdad es clara—si no bautizamos a los nuevos creyentes, hemos fallado en obedecer la Gran Comisión en su totalidad.

El Nuevo Testamento enseña que el bautismo es una parte importante de convertirse en cristiano. En el Día de Pentecostes, Pedro le dijo a la multitud como recibir salvación: “Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espirítu Santo” (Hechos 2:38 LBLA). Cuando Ananías guió a Pablo a Cristo, él lo exortó claramente: “Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando Su nombre” (Hechos 22:16 LBLA). En Romanos 6, Pablo señala el momento que empezamos una nueva vida en Cristo: “…Mediante el bautismo fuimos sepultados con Él en Su muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros llevemos una vida nueva” (Romanos 6:4 NVI). Parece que la iglesia moderna a pasado seriamente por alto la importancia del bautismo en nuestra misión.

Ahora, seré claro. El agua no puede salvarte; sólo la sangre—la sangre de Jesús. Pero en el bautismo, hacemos “un compromiso de tener buena consciencia delante de Dios—a través de la resurrección de Jesucristo” (1 Pedro 3:21). El bautismo es “la oración del pecador” bíblica. Por esta razón, cuando ganamos a alguien para el Señor, debemos buscar de bautizarlo tan pronto como sea posible. Sólo, debemos asegurarnos que el nuevo creyente ingresa al agua en verdadero arrepentimiento y fe, confiando en Dios para limpiar su consciencia y renovar su hombre interior. 

Cualquiera puede bautizar—el Apóstol Pablo fue bautizado por un cristiano cotidiano. ¿Qué te detiene a ti o a mí de guiar a alguien a Cristo bíblicamente?

En una nota más simple, Jesús nos ordenó bautizar a nuevos discípulos, y eso debería ser suficiente motivación.

Mandato #4. Discipula a Aquellos Que Recibieron a Cristo

El cuarto mandato de la Gran Comisión es discipular a los que reciben a Cristo. En Mateo 28:19-20, Jesús ordenó—“Por lo tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones . . .enseñandoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes(NVI). Creo que hemos olvidado el poder espiritual del llamado de Jesús hacia el discipulado. ¿Cuándo fue la última vez que escuchaste un mensaje que te trajo una convicción profunda de tu necesidad de obedecer a Jesús? Como un testigo, ¿Cuándo fue la última vez que retaste a alguien a afrecer su vida en total rendición al Señor?

A los fines de los 1800, el Evangelista William Booth advirtió, “El peligro principal que enfrenta el próximo siglo será la religión sin el Espíritu Santo, el cristianismo sin Cristo, el perdón sin arrepentimiento, la salvación sin regeneración, la política sin Dios, el cielo sin infierno.” Booth ciertamente acertó.

En el último siglo, los misioneros cristianos han exportado un evangelio sin poder más que nunca. Este evangelio omite el llamado al arrepentimiento de pecados pasados y seguir a Jesús en obediencia por vida o muerte. Como resultado, el mundo tiene mas cristianos profesantes que antes—pero sorprendentemente pocos discípulos en fuego por Cristo. Si quisiéramos ser fieles a la Gran Comisión de Jesús, no solo debemos ganar conversos sino también discípulos, verdaderos cristianos que han muerto por adelantado, eligiendo pasar sus vidas aprendiendo a seguir a Jesucristo.

Quizás hemos olvidado este llamado más que cualquiera de los demás. Hoy, si mencionas los mandatos de Jesús, muchos gritan “¡Legalista!” Si te enfocas mucho en el Sermón del Monte, otros gritan, “¡Nos estás dando la ley, no gracia!” Pero si obedecemos la Gran Comisión de nuestro Señor, debemos enseñar a nuestros discípulos “obedecer todo lo que [Jesús] nos ha mandado” (Mateo 28:20). Si, debemos basar a nuestros oyentes en el amor y la gracia de Dios, pero también debemos mostrarles cómo responder adecuadamente a la gracia de Dios: “Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestra adoración espiritual” (Romanos 12:1). 

Muchos evitan el discipulado personal debido a su dificultad. Es sucio. Toma tiempo, paciencia y sabiduría. Aún más, requiere consagración. Para enseñarle a otra persona obediencia a Cristo, tú primero debes obedecer a Cristo. Por lo tanto, quizás la Gran Comisión tiene quinto mandado escondido: Darle tu todo a Jesús. Seguirlo día tras día. Deja que Su esperanza y luz te restaure. Deja que Su Palabra te transforme. Prontamente, verás dificil mantener escondido Su glorioso mensaje. Querrás decírlselo a las naciones. Y, por medio de la Gracia de Dios, las naciones escucharán Su voz a través de la tuya.

¿Qué hay de tí? 3 Preguntas para Evaluación Personal

1. John Piper dijo, “Sólo hay tres tipos de cristianos cuando se refiere a las misiones mundiales: los que van fervientemente, los que envían fervientemente, y los desobedientes.” ¿En qué grupo estás?

2. Jesús ha ordenado a todo creyente al “ir por todo el mundo y predicar el evangelio.” ¿Ves esto como tu misión más importante en la vida? ¿Qué estás haciendo para cumplir este mandato tan importante? 

3. En este artículo, hemos revisado los cuatro mandatos de la Gran Comisión. ¿En cuál de estos cuatros mandatos necesitas crecer? ¿Qué pasos estás dispuesto a tomar por eso? ¿En cuál eres fuerte—y cómo puedes compartir esa fortaleza con otros cristianos?

Te animamos a tomar un tiempo para reflexionar en las escrituras en este artículo. También amaríamos oír tus pensamientos en los comentarios debajo. ¡Qué Dios te bendiga mientras COMPARTES LA ESPERANZA DE DIOS!
 
 
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JJ Weller es un escritor, editor, y creador para Message Ministries and Missions. Él ha servido en evangelismo a través de Message Ministries por 6 años—emocionado de predicar la salvación de Jesús a miles y enseñar evangelismo bíblico a cientos. Él tiene una pasión por la Gloria de Dios, el verdadero evangelio, evangelismo bíblico, avivamiento bíblico e histórico, y la salvación de los no alcanzados. JJ Weller vive con su hermosa esposa, Cynthia, en Lima, Perú. 

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