Efesios 3:20 declara que Dios “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.” Dios siempre está avanzando, haciendo todo lo que puede, obrando con Su pueblo para cumplir los planes de Su Reino. ¡Nunca debemos dudar de eso! Más bien, esta promesa debería recordarnos continuamente de llevar toda necesidad a Su trono de gracia y misericordia. ¡Feliz temporada de resurrección! Después de que Jesús resucitó, Él nos dio una comisión final: “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18-19). La voluntad de Jesús no ha cambiado desde que dijo esas amorosas y desafiantes palabras de propósito. Como William Booth declaró, debemos “ir directo por las almas, e ir por lo peor.”
Juntos, nos hemos rendido a este llamado de la Gran Comisión—evangelizar y discipular a cuantos sea posible, especialmente aquellos que nunca han oído el nombre de Jesús. Por medio de la gracia y el poder de Dios, estamos impactando innumerables vidas en el proceso. ¡La Palabra de Dios es nuestra motivación, el Espíritu Santo es nuestro poder, y Dios es nuestro proveedor! Me siento tremendamente agradecido por embajadores devotos como muchos de ustedes—aquellos que toman la Gran Comisión de Jesús seriamente y hacen todo lo posible por cumplir Su plan.
Trágicamente, muchos cristianos se han vuelto atados y distraídos por el mundo. Están enfocados en construir sus propios reinos cómodos, no el de Dios. Ellos se sienten contentos de darle a Dios sus sobras en vez de sus primeros frutos. A ellos les importa muy poco alcanzar a la Ventana 10/40. Y cualquiera de nosotros podría caer fácilmente en ese mismo letargo espiritual.
Para mantenernos encendidos por Dios, regularmente debemos contemplar la vida, enseñanzas, y sufrimientos de Jesucristo. Debemos recordar por que Jesús vino—“a buscar y salvar a los perdidos” (Lucas 19:10); “a proclamar liberación a los cautivos” (Isaías 61:1); a anunciar que “el que crea y sea bautizado será salvo” (Marcos 16:16)! ¡Él vino a perdonar los pecados y dar vida eterna! Entonces, ¿cómo podemos retener nuestras vidas de Él? Y ¿cómo podemos retener Su mensaje de casi 3.4 billones de almas no alcanzadas? Como Oswald J. Smith dijo, “La tarea suprema de la Iglesia es la evangelización del mundo.” ¿Realmente creemos eso?
El Llamado de Dios a los Enviadores
El Apóstol Pablo preguntó, “¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado?” (Romanos 10:14). Te suplico a que te detengas y reflexiones sobre estas palabras. Hermanos y hermanas, nosotros somos los enviadores de Dios. Ahora mismo, Dios está levantando ministros nativos con una pasión por Jesús, una carga por las almas perdidas, y un abrumador deseo de alcanzar a su prójimo no alcanzado con el glorioso evangelio de Jesús. Y ahora, Dios está llamándonos a enviarlos a través de nuestras oraciones y finanzas. Si, mientras que muchos de nosotros oramos “¡Ven, Señor Jesús!” Dios nos llama a nosotros, “¡Ve, envía, iglesia!” ¡Dios nos insta a no renunciar nuestra responsabilidad de cumplir la Gran Comisión!
¿Importará en el Trono del Juicio?
Hermanos y hermanas, seamos honestos—muchas de nuestras prioridades no importarán en el Trono de Juicio de Cristo. Las cosas materiales que hemos adquirido no importarán. Nuestro estatus social no importará. Nuestro legado financiero no importará. Todo lo que prevalecerá es lo que hicimos por la gloria de Dios. ¿Vivimos por Jesús o por nosotros mismos? ¿Cómo amamos a Dios y a los demás? Y, ¿cómo reflejamos a Jesús como la luz del mundo y la sal de la Tierra—los embajadores de Jesucristo?
En vista de ello, rechacemos ser procrastinadores. Que nunca digamos, “Obedeceré el llamado de Dios…un día.” Más bien, vivamos diariamente para cumplir las Palabras de Dios—“Este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14). Como dijo el misionero C.T. Studd, “Una vida pronto pasará, sólo lo que es hecho por Cristo prevalecerá.” Sí, Él ha resucitado—y nosotros somos enviados!
Es tiempo de vivir por la eternidad.
Gracias por Tus Oraciones y Apoyo
Finalmente, ¡gracias por colaborar con nosotros en la Gran Comisión! Dios se regocija cuando Sus hijos disponen sus corazones en cumplir Su llamado al orar, enviar, e ir. ¡Gracias por tus oraciones fieles, apoyo y aliento!
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